domingo, 25 de enero de 2015

Capítulo 3. OTRA VEZ TÚ.

Es imposible seguirle el ritmo. Me es difícil hasta respirar. Los gemelos me arden. El sudor corre por mi frente. Siento que la braga me asfixia. La vista se me empieza a nublar. Estoy exhausta. Ya no puedo dar más de mí. Bonito cinco de enero…
-¡Anabel! -mi garganta hace un enorme esfuerzo en gritar, casi ahogada, su nombre.
-¿Qué ocurre? -se gira sin parar el trote. -¿pero qué te pasa? -se alarma, probablemente al verme la cara. No es que sea muy fea, es porque estoy muriéndome. Se quita los cascos y me acompaña a un banco. Me siento y trato de recuperar la respiración. Tengo la sensación de haber recorrido toda España. -¿hacía mucho que no corrías? -asiento. No pienso emplear ni una gota de oxígeno en hablar. -anda, vamos a casa.
-Por favor. -ruego totalmente abatida.
Al entrar en casa, mi padre comienza a reír. Le lanzo una mirada de odio y sus carcajadas se desvanecen lentamente.
-¿Te ha dado mucha caña? -pregunta. Parpadeo lentamente. -entiendo.
-¡Pero ha sido divertido! -exclama ella. ¿Divertido correr? ¿desde cuándo? Soy una negada para el deporte, lo reconozco. -¿te has afeitado? -sonríe sugerente mi madrastra. Escenita empalagosa a la vista… Salgo pitando a la ducha, donde mis músculos se calman lentamente bajo el chorro caliente que sale de la manguera.
Salgo del baño y encuentro a Macarena con mi móvil. La observo. Necesito saber cuáles son sus objetivos. Mi teléfono suena y se pone nerviosa. Busca desesperada un botón. Aparezco a su lado y pega un bote.
-Perdona, no quería asustarte. -me disculpo.
-¡Esto no para de sonar! -me lo da. Hoy a mis amigos les ha dado por hablar. Abro la conversación, que tiene más de cien mensajes. Intento llegar al inicio pero me es imposible. No se callan.
YO: ¿Qué os pasa?
SONIA: ¡¡IRENE!! ¿Qué tal por Madrid?
PABLO: ¡Por fin das señales de vida! ¡No sabes lo que te perdiste en fin de año!
Parece ser que me echan de menos. Leo intentando no frustrarme. Realmente fue una gran fiesta y yo me la perdí, para variar. Pasaron toda la noche bailando, cantando, jugando a los típicos juegos de preguntas… Y sí, acabaron reventados en la churrería del barrio.
YO: Me alegro de que lo hayáis pasado tan bien. Yo jugué al póker y me bebí media botella de vodka azul.
SONIA: ¡Qué asco, tía! ¡Esas botellas las rellenan en la sección de perfumería del Mercadona! -se me escapa una carcajada al leerlo.
YO: Al tercer buche se va pareciendo más a una bebida, créeme.
PABLO: Bueno, al menos sigues viva. ¿Cuándo podremos verte por aquí?
YO: Llego esta noche, ¿por qué no venís a recogerme y vamos a tomar algo?
SONIA: Mientras no sea vodka azul…
Hablar con ellos me anima, son como un apoyo, un respaldo en el que descansar y tomar algo de aire fresco. A Sonia la conozco de hace muy poco, pero en apenas una semana sentía que había vivido a mi lado desde que nací. Es un poco burra, cabezona, pero sabemos que muy, muy, muy en el fondo, tiene un corazón enorme. Pablo, sin embargo, es amigo de la familia. Así que he tenido la suerte de verle el careto durante estos 17 años. Según mi madre, cuando éramos pequeños, pasábamos la mayor parte del tiempo juntos. Él jugaba con mis barbies y yo pulsaba el botón de su scalextric hasta que echaba humo. Mi amigo es uno de esos chicos que pasan desapercibidos entre la multitud, que son cariñosos, respetuosos, callados. Está en peligro de extinción, eso sí. Pocos quedan como él.

-Ha sido un placer conocerte. -me dice Macarena en la despedida. Suelto un falso "igualmente" por cortesía. Abrazo a mi madrastra sabiendo que en poco más de una semana la volveré a ver.
-¡Suerte con la vuelta al cole! -levanta el puño a la vez que exclama con esa voz chillona. Agradezco su deseo y subo al coche con mi elegante padre. Acaba de volver del trabajo y viene enchaquetado y con corbata. Me viene a la mente el seductor más famoso de la literatura erótica, Christian Grey. Me trago la risa.
-¿Lo has pasado bien? -me pregunta de camino a la estación.
-Sí, claro. No ha estado tan mal. -miento.
-¿Seguro? Parecías aburrida.
-Bueno… -suspiro. -digamos que a mi edad…
-Ya, ya lo sé. -me aprieta el muslo justo donde tengo cosquillas. Me encojo. -pero esa sensibilidad en los laterales de la rodilla no cambia. -ríe. Hay veces en las que lo mataría, y otras en las que siento que tengo un padrazo. -oye, ¿hay algún…? Ya sabes, ¿algún chico?
-Papá… por favor. -me disgusto.
-¡Vamos! ¡Yo también quiero saberlo!
-No hay ningún chico… -alargo la "O". Qué pesado. Toda la familia siempre con la misma maldita e incómoda pregunta. ¿Sabéis que existe algo más en la vida que tener novio?
-Puedes contármelo… -no dejo que termine.
-Gracias, papá, será un verdadero placer hablar contigo de chicos. -digo con ironía.
-Es que me cuesta creer que no tengas ningún ligue con esos ojazos verdes que tienes. -exagera cada palabra que vocaliza.
-¿Lo dices porque son iguales que los tuyos? -levanta el índice y comienza a negarlo entre risas. Es un creído. No hace falta que me lo niegue, yo lo sé.
Llegamos a la estación en la que me despido de mi padre. Me abraza con fuerza, como si fuese la última vez que me viese.
-Tranquilo. -río.
-Te quiero mucho. -dice. Saca un sobre de su bolsillo.
-¿Qué es eso? -pregunto intrigada. Me lanza una sonrisa. Conozco esa expresión. Va a hacerme un regalo. Me lo pone en la mano. Lo miro. Sus letras cursivas decoran el papel. "Felices Reyes.". Me pregunto qué habrá dentro.
-Vamos, ábrelo. -me pide impaciente. Lo hago. Son unas entradas VIP para Malú. Se me salen los ojos, literalmente. Se me congela la sangre. No coagulo. Es el mejor regalo que me ha hecho. Comienzo a imaginar ese día. Es totalmente increíble. -¿vas a decir algo...? -me lanzo a su cuello. Lo aprieto. Hace como que se ahoga y a mí se me escapa una carcajada.
-Gracias, papá.
-Ha sido Melchor.
-Tengo 17 años... -me quejo. -pero gracias, Melchor. -reímos. Camino hacia el tren sin parar de mirar las entradas. No puedo creerlo. Aún faltan meses y meses, pero ese día será perfecto. Tendré que pensar bien quien merece la segunda entrada…
-¡Hey! ¡La de las uvas de lata! -se me suben los colores. "El chico buenorro de ojos azules..." bromea mi subconsciente.
-¡El del supermercado! -le sigo, aunque no sé cómo he sido capaz de decir tres palabras seguidas sin atragantarme.
-Qué casualidad, ¿no? -su maldita risa es tan perfecta que me hace odiarla. El blanco de sus dientes me deslumbra. ¿Por qué tan sexy? Se agarra el flequillo con seguridad.
-Ya ves. -sonrío excesivamente. Intento ser sexy. Le guiño un ojo.

Me siento tonta.
-Quizás podríamos sentarnos juntos en el vagón.
-¡Es una fantástica idea! -exclama emocionado.
-¿Te digo lo que sería fantástico…? -murmuro.
-¿Decías algo? -niego con la cabeza. Creo que acabo de ponerme roja.
El chico me deja el lado de la ventana y se sienta a mi lado. Estoy medio temblando. ¿Por qué me pondré tan nerviosa? Me acomodo como puedo en el asiento mientras que él saca unos cascos. Se pone uno en la oreja derecha y conecta el cable blanco a su smartphone. Tiene la pantalla rota en tres. ¿Qué le habrá pasado?
-¿Te apetece? -me ofrece el otro auricular. No dudo un instante. Sonrío y asiento. Lo introduce en mi oreja dulcemente. -¿bien? -pregunta. -vuelvo a asentir. Suena la radio.
Durante el trayecto no paramos de comentar las canciones que suenan. Consigo averiguar que le gusta el pop, más el extranjero que el español, y detesta la música electrónica. Conforme pasan los minutos me voy relajando más y más. Reposo mi mano en el brazo del asiento. Su piel cálida roza mi dedo meñique. Trago saliva. "No la cagues, no te muevas, estate quieta", pienso una y otra vez. La tensión vuelve a apoderarse de mí. Respiro hondo. Las pulsaciones se calman. Tal vez… solo sea casualidad. Tal vez no lo esté meditando… Pero… ¿y si es un intento de acercamiento? Mi corazón bombea con fuerza.
Un timbre agudo me deja sorda. Los dos apartamos los cascos y nuestros dedos a la vez.
-¡Oh, mi hermana! -dice. Se levanta y se va a charlar por teléfono. Me quedo completamente sedada en el sillón. No sé cuánto tiempo hemos estado así de quietos, solo sé que me ha encantado. Intento distraerme con otra cosa. Saco el libro y trato de concentrarme en el cáncer de Hazel Grace. -me encantó esa película. -me asusta. "Mister carrefour" ha tardado mucho.
-Yo aún no la he visto. Quiero terminar el libro antes. -sonrío.
-A mí me obligó mi novia a verla. -la palabra novia resuena en mi cabeza. ¡Mierda!
-Oh, tienes novia… -me quedó asintiendo. He sido un poco idiota. ¿Cómo no iba a tener novia un tío así?
-Sí, de hecho voy a verla ahora mismo. -tuerce la sonrisa. Siento el impulso de darle un beso. Lo sofoco pellizcándome el muslo. Sentiréis envidia de mí, no puedo tener más suerte con los hombres. Me río para adentro de mi desgracia. El tren frena. Me parece oler a mar ya. Salimos juntos arrastrando nuestras respectivas maletas. Una pelirroja de su misma estatura lo abraza como si fuera un koala. Me aparto de ellos sin decir nada.
-¿Quién era ese bombón? -Sonia me asalta de repente.
-Hola a ti también. -río.
-¡Joder! -se queda embobada. Me recuerda a mí la primera vez que lo vi. Si es que somos iguales. La abrazo. -¡qué bien hueles!
-Me he echado el vodka por encima. -bromeo. Desato sus risas. -mi "amable madrastra". -digo con tono irónico. -me ha regalado un nuevo perfume. -la informo. Pablo me estruja en su pecho. -¿has estado haciendo pesas o qué? -pregunto al ver sus brazos más hinchados de lo normal.
-Le ha dado por el gimnasio. -me anuncia Sonia con los ojos en blanco. Nuestro amigo actúa así. Recuerdo aquella vez que le dio por cenar en los kebabs. Era una auténtica tortura china. Digo… turca.
-Toca, toca. -me pide, levantando el brazo. Lo hago, ¡qué remedio!
-Wo. Impresionante. -digo indiferente.
-Eres una sosa. -se queja.
-Ajá. -contesto.
-Y una borde. -acabamos riendo como siempre. Me alegro muchísimo de volver con ellos. Los echaba demasiado de menos. En el bar les cuento las vacaciones en Madrid, la efímera ilusión por el chico del centro comercial y el regalazo de mi padre. Ellos me narran eufóricos la noche de fin de año. Es una alegría sentir el dolor en el estómago cuando es de risa…

5 comentarios:

  1. Creo que no hace falta ni decir que eres Irene 100% no? Jajaja y lo de bailar en fin de año y acabar en una churreria del barrio me ha recordao a mi *luna del wa* *javi impaciente a ver cuando sale en la novela, a ver qué pone* *lo de las pesas es muy yo* *lo de correr tambien me ha recordao a nosotros dos cuando te lo propuse* *aun así la madrastra me cae mal* *suficientes estrellitas, stop*
    AMOR
    Javi
    XX

    ResponderEliminar
  2. Es una tortura tener que esperar tanto para leer un capítulo de tanto que me gusta! Aunque bueno, merece la pena. Estaré atenta cuando vuelvas a subir.

    ResponderEliminar
  3. ¿Cuando tardarás en subir el proximo? Lo esperamos con ansia!

    ResponderEliminar
  4. Te voy a dar un consejo. Sube los capitulos aunque tengas poco escrito, es decir, si tienes que subir la mitad de capitulo preferimos eso y que subas mas a menudo aunque menos cantidad, que esperar y que el capitulo sea largo. Por ejemplo si el capitulo 3 hubiera sido necesario dividrilo en dos pues es preferible para nosotros. Esa es mi opinión.

    ResponderEliminar